EL SANTA MÒNICA

07.07.2022, BarcelonaArts Santa Mònica.foto: Jordi Play

El Centre d’Arts Santa Mònica de Barcelona tiene su origen en el antiguo convento de los Agustinos Descalzos, construido en 1636 en la Rambla de Santa Mònica. Este convento formaba parte del conjunto de monasterios que se establecieron en la Rambla y contribuyeron a su urbanización. Después de la desamortización de 1835, el edificio tuvo diversos usos, como sede de la Facultad de Periodismo de Barcelona, oficinas de la Cruz Roja, dependencias municipales, caserna militar y parroquia del barrio.
 

En el año 1984, el convento fue declarado monumento histórico-artístico de carácter nacional, y se decidió reconvertirlo en un centro dedicado a las artes y la cultura. Con esta transformación se convirtió en el primer centro público de arte contemporáneo de Barcelona. Los arquitectos Helio Piñón y Albert Viaplana fueron los encargados de la reforma, que respetó las líneas clásicas y austeras del edificio original, destacando especialmente el claustro central. Uno de los elementos más característicos de la nueva intervención fue la incorporación de una rampa exterior que actúa como balcón abierto a la Rambla, facilitando la conexión entre el interior y el exterior del edificio.

El Centro de Arte Santa Mònica abrió sus puertas el 17 de mayo de 1988 con la exposición “El surrealismo en Catalunya, 1924-1936”. Desde entonces, ha acogido más de 150 exposiciones y numerosas actividades, convirtiéndose en un referente de la vida cultural barcelonesa. A lo largo de los años, el centro ha sido el escenario de certámenes como la Primavera Fotográfica, la Muestra de Artes Electrónicas, VideoDansa y ArtsLibris.

A lo largo de su trayectoria, el centro ha contado con numerosas direcciones que han marcado diferentes etapas en su evolución, así como cambios de denominación. Entre 1988 y 2002, bajo la dirección de Josep Miquel Garcia, se conoció como Centre d’Art Santa Mònica, estableciendo las bases de un centro de exposiciones de arte contemporáneo de primera categoría. Posteriormente, entre 2002 y 2008, Ferran Barenblit dirigió el centro, que adoptó las siglas CASM y dio un giro más conceptual y experimental a la programación. Con la dirección de Vicenç Altaió, de 2009 a 2013, se rebautizó como Arts Santa Mònica y se reorientó hacia la intersección entre arte, ciencia y comunicación. Después de su etapa, Conxita Olver asumió la dirección hasta el 2014, impulsando un proyecto centrado en la creatividad con un programa que incluía exhibiciones, cursos, encuentros y proyecciones. Del 2014 al 2017, asumió la dirección Jaume Reus, escogido a través de un concurso público, y apostó por un enfoque más transversal, dando visibilidad a nuevos lenguajes artísticos. 

En 2021, Enric Puig Punyet fue también escogido a través de un concurso público por un proyecto innovador basado en las ideas más contemporáneas. El desarrollo del proyecto del centro, rebautizado simplemente como Santa Mònica, ha llevado transformaciones institucionales profundas que integran muchas de las demandas formuladas por las críticas institucionales y del sector artístico de la ciudad y del país a lo largo de las últimas décadas. Con el trabajo de estos años, el Santa Mònica se ha posicionado como un centro interdisciplinario de artes radicalmente contemporáneo, un laboratorio de ideas y de experimentación artística que promueve el trabajo colectivo y el diálogo permanente entre los procesos de creación y otras disciplinas. 


Proyecto 2021 – 2028
 

Desde el inicio del nuevo programa el 2021, el Santa Mònica ha producido una decena de exposiciones, mayoritariamente con obras de nueva producción, y ha consolidado una programación estable, pluridisciplinar y transversal, con un 75% de artistas mujeres o no binarias. 

En total más de cuarenta artistas y una mesa curatorial participan cada cuatro meses en un proceso de construcción colectiva sobre un mismo tema. Paralelamente, las Mòniques – artistas residentes seleccionadas anualmente por convocatoria pública– desarrollan prototipos de dispositivos de mediación artística para acercar estos contenidos, discursos y preguntas a públicos diversos. Además, ha impulsado una programación regular, plural y coral con propuestas experimentales de pequeño formato que se propone periódicamente a colectivos, artistas y entidades. Con esta metodología el Santa Mònica apuesta por los proyectos relacionales y participativos con el objetivo de generar diferentes formas de retorno social a la ciudadanía y por un arte desacralizado, que promueva la horizontalidad y el pensamiento colectivo.

Siguiendo una línea narrativa alineada con los debates artísticos actuales, el Santa Mònica se ha cuestionado el hecho expositivo con Exponer-No exponerse-Exponerse-No exponer y revisado las influencias de la modernidad europea con La tradición que nos atraviesa. Ha abordado el colapso ecológico, social y económico con La irrupción y ha explorado la colectivización desde diferentes perspectivas con Duerme en el accidente que provoca y Utopia Rambles. Con Lleno de agujeros ha reflexionado sobre la saturación de imágenes en el mundo contemporáneo, mientras que Anti-Futurismo Cimarrón y La posibilidad de no haber sido han propuesto alternativas a la visión europea del progreso y el arte como representación desde una perspectiva decolonial. En 2024, El otro lado, Màquinas del temps y Després del vendaval han seguido

El desarrollo del proyecto también ha llevado transformaciones institucionales profundas para dar respuesta a las demandas del sector. Entre los ejes principales, se ha trabajado para la redistribución de recursos y oportunidades ampliando significativamente el número de artistas participantes en las actividades y exposiciones y reconvirtiendo algunos trabajos técnicos en artísticos. También se ha desarrollado y aplicado un código de buenas prácticas, un tarifario público para garantizar honorarios equitativos y se destina un 60% del presupuesto de exposiciones a honorarios artísticos. Con todo ello, el Santa Mònica apunta hacia una nueva institución más transparente, abierta, accesible, participativa y sostenible, fomentada en la escucha y las curas. 

En los próximos años, el Santa Mònica continuará trabajando en una lógica de experimentación curatorial, de nueva producción, colectivización y desjerarquización, apostando por la performatividad, los formatos participativos y contenidos críticos que interpelen a la ciudadanía y conecten con el público joven, reafirmando así su compromiso con la comunidad artística y cultural catalana.

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